El cabo de las tormentas

El cabo de las tormentas

El Cabo de Buena Esperanza es como conocemos hoy a esa puntita de África que tan difícil es rodear (doblar) a los marinos. Por eso, como era toda una hazaña, cada vez que lo lograban, se ponían un pendiente. Algo parecido a las estrellas que se ponen los futbolistas en el escudo de la selección cuando ganan un mundial. Antes, ver a alguien con muchos pendientes en la oreja nos decía que era todo un lobo de mar. Hoy nos dice que los pirsin están baratos.

Bueno, a lo que iba, Bartolomé Díaz, navegante portugués, fue el primero que lo dobló, y lo bautizó como Cabo de las Tormentas, lo que ya indicaba el tiempecito que solía hacer por allí. Como el hombre acojonaba un poquito, luego lo rebautizaron como Cabo de Buena Esperanza, mucho más positivo y alentador, dónde va a parar.

Cabo de Palos, el de las tormentas (a veces)

El Mediterráneo es mucho más tranquilo que aquellos parajes, aunque a veces tiene sus momentos también. Y alguna vez, sólo alguna, y muy de tarde en tarde, el Cabo de Palos se convierte en el Cabo de las Tormentas. Pero en seguida se le pasa.

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