Se cayó el muro de Berlín, llegó la liberalización de los mercados, se pergeñó una nueva estructuración geopolítica, hubo una revolución de la información y la comunicación… y ¡ale hop! Llegó la globalización.
Hay mucha gente que está en contra de ella, pero ¿de verdad es tan mala? Lo que le pasa a esa gente es que son unos tristes y no saben ver el lado positivo de las cosas.
Sí, es verdad que las empresas multinacionales tienen más poder cada día e imponen sus decisiones a los estados.
Pues eso es una oportunidad para usted ¿qué le impide crear una empresa multinacional que le dé más dinero y poder del que nunca soñó?
En cambio, un estado… ¿quién puede ahora crear un estado propio? Fíjese en el pobre Artur Mas cómo las está pasando de canutas para hacérselo.
O los escoceses, que no lo consiguieron, aunque ya están volviendo a intentarlo, claro. Como los de Quebec.
No hombre, no, la globalización no es tan mala. Que aumentan las injusticias, la deshumanización, la discriminación, la pobreza, la exclusión social, sí, pero, en primer lugar hay que ver en qué parte está usted, en la del verdugo o en la de la víctima.
Si es el primer caso ¿de qué se queja? Y si es el segundo, tiene cientos de opciones para hacer recogidas de firmas con que denunciar todas esas injusticias.
Se pasará horas y días enganchado a internet tramitando todas esas campañas y tendrá algo que hacer, en estos tiempos, con tanto paro.
Que eso seguramente no servirá para nada… pues seguramente, pero conocerá gente y tendrá más seguidores que si abre una página en Feisbuc. (Ya sé que no se escribe así, pero es la única forma de recoger algún comentario. Los sacafaltas y tiquismiquis son los más activos en la red).
Es cierto que los estados democráticos lo son cada vez menos (menos democráticos y menos estados, las dos cosas) y las leyes se van volviendo cada vez más restrictivas, pero si usted es una persona normal, eso no debería de importarle.
De verdad, la globalización no es tan mala. Si no se mete en líos, se dedica a ir a buscar trabajo cada día y luego sus críticas se dirigen al delantero centro de su equipo, que no da pie con bola, no tiene nada que temer.
Ahora, que si es que es usted un indeseable que va queriendo aumentar sus derechos y libertades, allá usted. Lo que le ocurra se lo tendrá merecido. Pero advertido está.
La migración social huyendo de guerras o supuestas guerras (que de todo hay ¿verdad Soros?) y la pobreza aumentan incesantemente, sí, pero ya se están tomando las medidas adecuadas.
Las fábricas de concertinas y alambre espinoso han puesto turnos de 24 horas, ya se están pidiendo los papeles de pobre en las fronteras, y otras medidas a corto plazo.
Pero las importantes son las otras, a medio y largo plazo. Nos están fumigando con los chemtrails esos, están fabricando nuevos virus, hay que reducir la población mundial como sea, fabricando arcas para evacuar a los ricos a otros planetas, y almacenando zombis para el apocalipsis ese.
Vale, ya sé que todo esto de las teorías de la conspiración dan risa a mucha gente, pero yo también me reía cuando vi la película Robocop la primera vez y ahora la veo y ya no distingo si es una peli o un telediario.
La lista es larga: la conversión de las organizaciones sindicales en escuelas de adoctrinamiento, el aumento del crimen organizado con sus correspondientes tráficos (drogas, armas, personas, capitales, etc.), la degradación del planeta, el lucro a base de especulación, el aumento de la brecha entre ricos y pobres, y muchas cosas más.
Pero todo es cuestión del lugar en que se ponga uno. No sea mercancía, sea traficante. Tampoco sea pobre, sea rico. No sea árbol, sea hacha.
Vale, no somos libres, pero podemos ser todos liberales; para hacer cada uno lo que le salga de los mismísimos. Con los demás.
¿O es que no es eso?
