Nacho se ha ido a buscar a Arturo

Nacho se ha ido a buscar a Arturo

Nacho se ha ido a buscar a Arturo

Primero, el 5 de Febrero de 2012, y de repente, sin darnos tiempo a prepararnos, se fue Arturo, el rey, el líder . Luego, nueve meses después, en Septiembre del mismo año, y también rápido, se marchó Nacho a buscarlo.

Pequeño de tamaño pero gigante de valor. No era el líder porque no quería, le dejaba ese engorro a Arturo, que pensara el otro, que marcara el rumbo el jefe. Pero si había que defender algo ¡Ay, amigo…! Ahí estaba Nacho, dando un paso al frente. No había rottweiler, doberman o mastín que le tosiera. En cuestión testicular era talla XXXL.

Chiquito pero matón

No tenía juguetes porque nunca le interesó ni supo jugar. Tampoco tenía el pecado de la gula. Comida, poca, casi a la fuerza. Bueno, mejor dicho, comida poca… de la suya. Sin embargo era feliz en un cumpleaños rodeado de chuches: pajitas, patatas fritas, gusanitos… o comida de gatos, eso también. Ah, y le gustaban mucho los gatitos cachorros. Cuando crecían y se hacían adultos ya era otra cantar.

¿Es Primavera? ¡Feliz año nuevo!

¿Es Primavera? ¡Feliz año nuevo!

¿Es primavera? ¡Feliz año nuevo!

¿Es primavera? ¡feliz año nuevo!

“Hombre robusto, de pie, vestido de pieles o de un abrigo muy pesado, flotante y grosero, con los hombros casi desnudos. Un Hércules. Lleva un garrote en la mano.”

Es de casi todo el mundo bien sabido que el comienzo del año oficial y el año real, cósmico, astronómico o como queramos llamarle, no coinciden. Lo que ya no sabe mucha gente es la razón de esa discordancia.

¿El 1 de enero? Va a ser que no

En los momentos actuales, el año comienza el día 1 de Enero, cuando el Sol se encuentra, aproximadamente, a diez grados del Macho Cabrío, posición que no tiene ninguna especial trascendencia ni marca ningún punto determinado.

Sin embargo, en épocas pasadas sí coincidían la fecha oficial y la real. Pero ¡lo que son las cosas! el que el año comience en las calendas de enero tiene que ver con España (sí, con España, aunque entonces se llamaba Hispania) y concretamente con Numancia. Ocurrió que llevaban ya varios años los romanos dale que te pega con los celtíberos de Numancia y alrededores intentando someterlos, sin conseguirlo.

Y ocurrió como ahora en el fútbol, que en Roma, cuando se ponían nerviosos con el partido, cambiaban de entrenador, en este caso de cónsules -que iban a pares- dirigiendo los ejércitos. Pero los cónsules se cambiaban a principios de año, o sea, el 20 de marzo, y había tanta necesidad de ganar el partido que el senado de Roma o quien manejase el cotarro dijo «bueno, pues si hay que esperar a que sea primero de año, cambiemos el comienzo del año y que sea YA».

Así se hizo, aunque los entrenadores, digo cónsules, nuevos, tampoco consiguieron enderezar el partido contra el Numancia, digo contra Numancia y siguieron perdiendo. Lo cierto es que no ganaron hasta que nombraron entrenador, digo cónsul, a Cornelio Escipión Emiliano, el que consiguió destruir finalmente Cartago.

Me estoy yendo por las ramas, como Tarzán. Resumiendo, aquello de Numancia hizo que el cambio se quedase ya fijo en el calendario y hoy celebramos el año nuevo el uno de enero, en lugar de hacerlo el equinoccio de primavera.

¿Es primavera? ¡feliz año nuevo!

Julio le da otro toque al calendario

Ese Julio no es el mes, sino Julio César, que decidió reformarlo un poquito más, naciendo así el calendario juliano, instituido por él mismo, y en el que incluso un mes -el séptimo- lleva el nombre del César. (La palabra calendario tiene su origen en “calenda”, que era el primer día de cada mes para los romanos)

Sin embargo, sí hay a lo largo del año fechas significativas, que determinan puntos culminantes en las posiciones recíprocas Tierra-Sol. Una de ellas viene a ser el 21 de Marzo, aunque esta es una fecha aproximada ya que no todos los años ocurre el mismo día el acontecimiento.

Por ejemplo, el año 2013, cuando escribo este post, el Sol entró en Aries el día 20, a las 12:02 horas. Y cuando el sol se encuentra en la posición (3), marca el comienzo de la Primavera y el del año cósmico:

Arturo, el corgi galés que nunca supo (ni quiso) dar la pata

Arturo, el corgi galés que nunca supo (ni quiso) dar la pata

Era un Corgi Galés de Pembroke. Nunca supo dar la pata.

En realidad ni supo ni quiso, le molestaba mucho que se las tocaran y era casi el único motivo por el que enseñaba los dientes, aunque había algún otro; también se los enseñaba a las moscas pegajosas de verano que le molestaban, en su creencia ingenua de que así las asustaría y le dejarían tranquilo.

Era inteligente, muy inteligente, el más inteligente de los que he tenido y tengo. Y era tierno y cariñoso.

El corgi visigodo
Arturo, el corgi galés

Tenía un corazón muy grande, capaz de querer a todos los miembros de la familia, cercana o lejana, a los vecinos.

Especialmente a los niños, a los que buscaba para que le acariciaran.

Quería a los que venían por casa con una mínima regularidad, fuesen el peluquero, el frutero, la limpiadora o quien fuese.

Se encargaba de mostrarle su cariño todas las veces que viniera.

Iker Jiménez – Caricatura

Iker Jiménez – Caricatura

Iker Jiménez – caricatura

Iker Jiménez ha batido y sigue batiendo récords de audiencia en Milenio 3 de la Cadena Ser y Cuarto Milenio de Cuatro, además de su propia web desde hace ya mucho tiempo.

Algo tendrá el agua cuando la bendicen.

Iker Jiménez
Iker Jiménez – caricatura


Es valiente, respetuoso, tiene una memoria prodigiosa y una facilidad increíble para hablar sin seguir ningún guión.

Me he enterado gracias a él de noticias y asuntos que otros medios supuestamente “serios” no se atreven a programar hasta que no tienen más remedio.

El fracking puesto ahora de manifiesto por los terremotos de la plataforma Castor es un ejemplo más.

Fútbol el opio del pueblo

Fútbol el opio del pueblo

Fútbol, el opio del pueblo. Bueno, era la religión lo que decía Marx, plagiando a su amigo Bruno Bauer, que es el autor real de la frase.

Si es así, es una droga que no está sola: hay muchas más en el mercado: los nacionalismos, la telebasura, los toros, el propio marxismo y… cómo no, el fútbol.

El opio del pueblo
Fútbol que no falte